lunes, 11 de agosto de 2014

            Comencé a cortarme cuando tenía 11 años. Realmente no recuerdo porque lo hice la primera vez. Fueron cortes pequeños y superficiales, eso si lo recuerdo. Pero por desgracia, creo, mi madre se dio cuenta y mi espectáculo de niña "deprimida" no pudo continuar. Recuerdo que la pase muy mal en esos días ya que mi madre me encaraba lo que había hecho cuando podía, yo me moría de vergüenza por ello. Sin embargo, yo quería seguir haciéndolo. 
                      Pasado algunos meses, cuando mi madre había olvidado ya todo, me decidí a intentarlo de nuevo, a volver a experimentar esa sensación desconocida para mí hasta esos días. Tenía ya unos 12 años, me hacía cortes torpes y superficiales en el brazo izquierdo. Me sentía toda una suicida experimentada. Algo que aprendí casi al instante fue a esconderlo, era muy astuta para ello. Sin embargo, esos juegos de niña, esos cortes pequeños en gran cantidad, se salieron totalmente de control; seguían siendo superficiales, pues admito que me daba mucho miedo hacerlo mayor. Comencé a cortarme los brazos todos los días, aveces era tanta esa desesperación que lo hacía hasta 30 veces al día; el dolor, la sensación, las cicatrices que esto dejaba me llenaban de mucho placer. Fue en esta temporada cuando en casa comenzó a salir todo mal, creo que fue esa edad en la que me volví la persona que soy ahora; deprimida, fría, solitaria, apática... 
                     Me odiaba, detestaba la persona en la que me estaba convirtiendo. Me deprimía hasta un punto en el que ya ni siquiera podía estar en pie, ya no quería vivir. No quiero levantarme cada mañana y lidiar con las personas, con el mundo, con la escuela. Las heridas se hacían cada día más necesitadas para poder sentirme sólo un poco "mejor". Aunque todo fuese así de triste, conocí a muchas personas que me ayudaron de muchas maneras, incluyendo el tema de mi adicción a las cortadas. Entre ellas puedo decir orgullosa que conocí a mi mejor amiga hasta ahora, y al amor de mi vida para siempre.
                       Cuando tenía ya 14 años todo fue cambiando en mí. Me di cuenta de que yo podía ser quien yo quisiera, que yo podía sobresalir en lo que quisiese, y decidí ya no cortarme nunca. Pero, como toda adicción no pudo irse del todo. Solamente lo controlé, en el camino me corté muchas veces, por desesperación por frustración, por el sólo hecho de querer tener una nueva cicatriz. Algunos meses pude estar sin herirme. Fue satisfactorio. La depresión se fue, había lapsos cortos de tristeza o de cambios de humor que no me dejaban relacionarme con las personas. Pero, estaba bien.
                         Sin darme cuenta la comida se hizo un problema. Dejé de comer. Así sucedió, de la nada. Y todo se volvió igual. Comencé a cortarme. Ya eran cortes profundos, grandes. Paso la cuchilla hasta 4 veces para dejar una gran cicatriz. Me siento enferma. ¿Cómo se puede gozar el hecho de herir tu cuerpo de una forma tan vil e inhumana? Hubo un momento en que ya no sentía el brazo entero, la sangre caía casi a chorros y todo frente a mis ojos se iba distorsionando. Recuerdo bien ese día, fue satisfactorio, ¿por qué? Pues, simple y sencillamente porque tantos años de esfuerzo y de trabajo para destruirme a mi misma ya habían llegado a su fruto.
                          Cortarse, lastimarse no es una salida. Si que ayuda a su momento, pero llegará un punto en el que ya no lo necesitarás para sentirte bien, será la necesidad de tu cuerpo de sentir eso, de ver sangre; se vuelve una adicción, un mundo entero de sensaciones en todo tu ser que ya no puedes controlar. Tal vez puedes asegurar que tus cortes no son profundos, que podrás dejarlo cuando quieras pero créeme que te equivocas. El "self harm" causa casi la misma adicción que el alcohol o la cocaína. No podrás dejarlo cuando tu quieras. Siempre buscarás una excusa a ti misma para hacerlo, y así, sin darte cuenta, llegará un día en el que caerás al suelo con un brazo ensangrentado y ya no despertarás nunca.


Sé fuerte. 


jueves, 7 de agosto de 2014

Simplemente yo no quería abandonar este espacio...
pero... Soy tan estúpida y floja que la pereza y las pocas 
ganas de escribir me ganaron. Sin embargo, este es el único lugar
que me pertenece, que es sólo, sólo mío. 


Aveces estoy sola. Ana me abandonó por un largo tiempo. Gracias a ese tiempo 5 kilos se apoderaron de mi ya de por sí fatigada alma. Estoy sola, me siento más sola y vacía como nunca en mi vida. El mundo sigue ahí como si nada, con su vida, con sus problemas... ¿Porqué no me es sencillo hacer las cosas como los demás?, ¿Ser como los demás? Sin tener tantas preocupaciones, ganas tan enormes de ser "bonita", pensamientos tontos y efímeros sobre la vida. Tan sólo si no existiera... supongo que todo iría mejor. 


         Ahora, luego de la anterior torpe introducción, me gustaría comenzar con un tema el cual me gustaría compartir. Algo que yo diría es muy personal.
        Hacia algunos días me puse a meditar, en esos momentos solitarios de profunda reflexión inconsciente, sobre algo muy peculiar, unos pensamientos que rondan mi cabeza ,o más bien, pensaba en aquellas personas que causan que esos pensamientos existan. Pensaba, ¿por qué las personas no saben valorarme?, ahora que lo escribo me doy cuenta de que suena un tanto egoísta, pero diría yo que no hay otra forma de expresar la cuestión. En primer lugar, admito abiertamente que soy una persona muy fría, cerrada a casi todo, seria, grosera y aveces simplemente me vale todo lo que hacen los demás (aunque aveces sólo aparente eso...), pero, siendo sincera con mis palabras, me duele con fuerza que las personas tomen de manera muy personal eso y, sin más ni menos decidan hablarme de una forma que me hiere, que lastima mis sentimientos y pensamientos. Que, por ejemplo, llamen BASURA la música que escucho; que en mi familia mis hermanas no me bajen de NIÑA MIMADA, que me insulten, que expresen cosas que yo nunca dije o pensé, que piensen que a mi me vale TODO, que me traten como un tronco, sin sentimientos ni emociones. No sé si para ustedes cuente la definición Valorar a este que escribo, para mi si. 
        Es casi imposible que incluso las personas cercanas te traten hipocritamente, que se escuden diciendo que sólo están jugando, que no es verdad lo que dicen. Por tanto, sólo resumo mi patética entrada (en la cual no puedo expresar correctamente lo que siento): Solamente espero poder tratarles igual a que como lo hacen, herirles verbalmente como lo hacen conmigo, para luego decir; Ya, no es enserio. 

¿Les ha pasado?